no quiero ser
abrazada por la hueca
carcasa de un buenhombre
con quien cerrar los ojos y soñar
que son tus manos
Mientras el fantasma
de Kafka me advierte
sobre el peligro del beso tácito
me niego
con quien cerrar los ojos y soñar
que son tus manos
Mientras el fantasma
de Kafka me advierte
sobre el peligro del beso tácito
me niego
a la suavidad del rose
de unos dedos que no saben de tu nombre
y me desintegro en letras
que dibujan
escenarios de mi alma rota
lenguas de sal arriban a las costas
molinos lejanos, plazas rotas
y un libro negro abierto
sobre una cama cerrada
un beso prometido
y un adiós
que me desangra
Nadie será tan buenhombre como el que vive en tu corazón. Al no conocer las circunstancias del adiós, únicamente puedo confiar en tu devoción y solidarizarme con tu sentimiento. A veces he tenido un libro negro abierto sobre mi cama cerrada, un libro que tiene letras doradas y habla nada más acerca del bien, ahí encuentro al artesano que repara mi alma rota y me saca de mis noches infinitamente oscuras.
ResponderEliminarBesos.
Con tres gotas de sangre que pierdas estás desangrada Corinita.
ResponderEliminarBesos.
El tuyo es el libro de los adioses.
ResponderEliminarNo dejes que entre nadie, por muy bueno que sea que no haga brotar las chispas del roce de unos dedos...
ResponderEliminarNo hay mayor infierno que el fuego que no calienta.
Besos mediterráneos.
Todo buenhombre es sospechoso, hasta que no se compruebe lo contrario. Abrazo.
ResponderEliminarGenial el texto. Y una pasada el juego de grises!
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