recuerdo que el palacio no tenia murallas, es mas, los accesos se hundían en la vegetación del bosque como invitando a entrar -ah! gente de paz!- pensamos, pero apenas atravesada la puerta, las galerías se bifurcaban y retorcían hasta desorientarnos, y era como caminar por los caprichosos intersticios de un órgano apretado, o por el interior de un cuerpo que acabaría por devorarnos. Jamas encontramos el corazón del palacio. Todavía buscamos la salida.
recuerdo que su corazón no tenia murallas,
era ofrenda, cuchillo y verdugo
un punto rojo latiendo en la monocromía
el único sonido en el silencio,
el único frágil entre sus propias llamas
Esa es la forma del corazón, me parece. Abierto pero rotundo. Un abrazo.
ResponderEliminarNo hay salida.
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