La cucaracha hizo cumbre en el borde del florero.Entonces nos vimos.Ella permaneció inmóvil allí arriba, aferrada al objeto como quien sostiene su última esperanza.Yo aquí abajo, también inmóvil, aferrada a nada, busqué visualizar con un rápido movimiento de ojos, zapatillas como balas. Difícil tarea, ya que no podía quitar mi mirada de encima de la condenada. Creo que ella también me miraba. Fijamente, no se si a los ojos. Ya que no logré hacer foco en ninguno de los suyos.Antes que nada evalué si sería voladora, pero no.Se quedó congelada. Quizás pensaba. Quizás se reprochaba que esta madrugada de invierno debería haber dormido un rato más, que hubiese sido mejor salir a escalar en primavera, o quizás, presa de delirios premortem evaluaba si yo habría leído a Kafka con agrado, y con qué personaje de cuál de sus historias habría simpatizado específicamente... o calculaba los riesgos vitales de los descensos apresurados sin descartar el principio de incertidumbre, o se aburrió de mirarme y soñaba, ya, con los puentes desplegables de Leonardo, con alas, con globos de helio, con pequeños helicópteros
7.7.13
La huida
Suscribirse a:
Entradas (Atom)