Un recuerdo
es el flash de una foto perdida
abajo de los párpados
¿Cuántas veces morimos en un sueño?
¿Cuántos sueños soñamos en una muerte?
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es el flash de una foto perdida
abajo de los párpados
¿Cuántas veces morimos en un sueño?
¿Cuántos sueños soñamos en una muerte?
El olor me despierta. Mamá cocina estofado. Corrijo. Mamá cocina el mejor estofado. Rojo como la sangre enamorada, donde la carne no se corta, se desgarra y se deshace contra el paladar con un simple movimiento de la lengua. Estofado con fideos y pan caliente. Me suena la panza. Ya voy. Ya me levanto.
El olor me despierta. Un colmillo grueso, amarillento. Podría ser un vampiro pero son perros.
Un ruido me despierta. Mamá abre la puerta y mira si duermo. Estoy cansado. Cierra. Sé que mamá está muerta.
Entra y me empuja con el hocico. Me caigo.
Se pelean. Casi me muerden. ¿Por qué se pelean? No puedo ayudarlos. No puedo moverme. Grito, sueno afónico, no sueno. Ellos ladran, gruñen con furia. Tienen hambre. El colmillo amarillento se hunde en la nuca del cachorro, lo aprieta entre sus fauces y lo sacude en el aire. Revienta la sangre, le entra en los ojos y no le importa. Los demás hacen silencio, observan latentes, luego se acercan a comer.
Mamá insiste en despertarme. Todavía no cerré los ojos. Delante de mí, la masa amorfa de pelos grises se sacude. Otro perro sigue la suerte del cachorro. Arrancan, trituran, se sacian, arrancan, trituran, se sacian, y así. La escena pasa rápido. Estamos en silencio. Las bestias se lamen, se limpian. Descansan. Se ven tiernas ahora, como la carne de mamá. Una ola espesa de sangre se acerca por el suelo hasta mi cara. Se detiene cerca. Dormimos.
El olor me despierta. Es el aliento a cerveza de María. Se me hunde el estomago hasta la espalda cuando me besa con sabor a cerveza. Levanta el vaso y toma. La amo. Se pasa la lengua por los labios para sacarse los restos de líquido bendito y la efervescencia ocurre dentro de mí, María. La boca abierta del colmillo amarillo huele a putrefacción cuando se me acerca. Está sediento. Me toca con el hocico. Sabe que sueño. Me cuida de los otros.
María quiere despertarme. Antes debo alimentarlos. Todos son míos.
El olor me despierta. María está postrada. Está cagada y yo me quedé dormido. La gente siente asco de María cagada, se tapan la nariz, se escapan y no vuelven. Porque es vieja. Porque es frágil. Después de la operación María se caga y yo la lavo, la limpio, la cambio, la amo. Estamos viejos, María. Quisiera que todos los que se burlan se caguen encima, que caguen cada silla y cada cama en la que depositen sus sucios cuerpos. Que caguen. Que se caguen desnudos, que se caguen vestidos. Basuras de mierda.
No puedo alimentarlos. La rigidez de mi cuerpo es importante. Pobre mamá, quiere despertarme. El colmillo oloroso no deja que la masa gris apretada en sangre se me acerque. Sabe que sueño. Sabe que cuando deje de soñar van a comerme. La masa tiene cada vez más dientes. El gris es cada vez más sucio de sangre coagulada y podrida con un olor pesado como un gancho que se clava en mis fosas nasales y me despierta.
El colmillo me pide que les dé el alimento. Los viejos lo necesitan, también los cachorros. Un baño, una galleta. Quieren que les abra, que los saque a pasear. No puedo. Están hambrientos. Él también. El olor a sangre y a mierda los pone nerviosos. Él es fuerte. Los que quedamos vivos, me dice, somos carne. Él va a cuidarme de los otros por eso quiere despertarme.
Mamá abre la puerta otra vez, está enojada, me grita que me levante del suelo, me reta, nunca suelta el picaporte. María grita que me despierte. Todos gritan. Yo quiero acariciar el lomo del colmillo, su pelo duro por la sangre y la mugre, su pelambre de púas gruesas empastadas. Quiero besar su hocico. No quiero dejarlo acá. Quiero abrazarlo hasta aplastar su cuerpo mullido contra el mío, apretar su cabeza contra mis labios, que volvamos juntos, arrancarlo de esta escena de muerte. Quiero llevarlo conmigo, con mamá, con María, pero él todavía no está dormido.
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Despierta eres un cielo, soñando eres imprevisible.
ResponderEliminarGracias por compartirte.
Besos.
Graaacias Xaviii! :)
EliminarBeso grande!
Qué angustia!!!
ResponderEliminarBesos.
Bastante...
EliminarGracias Alfred por tu visita!
Abrazo
Lo que parecía empezar con ternura en las primeras líneas...ha derivado en sueño de sobresaltos y desazón...uffff qué intenso!
ResponderEliminarBesos.
Los sueños van para dónde quieren, y nos llevan con ellos.
EliminarGracias por tu comentario 😊
Abrazo!
Impresionante relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Amapola!
EliminarTe abrazo