¿Cuál es el designio de mis manos?
Si el está lejos, yo tengo, pero no tengo manos.
Me condena a la ceguera, el que no tiene cuerpo.
Me cierran los ojos como a un muerto
los dedos delicados de la ausencia
Sobre su boca late mi corazón y solo en ella
Tiemblo en la escarcha, distante y corroída
me reseco en el frío que extrae
de mis venas
los últimos residuos de calor
La piel se engrosa, se amorata
y espera.
¿Cuanto?
Si pudiera morir…
Cada día me mato
me mato de mil modos
Clavo en mi pecho
hundo y remuevo
recuerdos como filos
fríos y oxidados
dibujos en mi frente
de cuando la vida
de cuando la vida
era en sus labios.
Mas no muero
Y aunque intento no llorar
nada brota
nada aflora
nada muere.
Porque no vivo
Porque solo sobre sus labios...
... solo en ellos
Tus manos son listas.
ResponderEliminarSaben lo que te conviene.
A que si?
Besos.
Hermoso poema Corina.
ResponderEliminarSaludos.
Bueno, no es para desmentirlo, todos los días vamos muriendo un poco...
ResponderEliminarQue condena terrible esa inmortalidad!
ResponderEliminarMe distraigo viendo a Buffarini, jaja!
Un beso!
¿más no muero?
ResponderEliminar¿menos muero?
clavos
es clavos
re cuerdos
*
ResponderEliminarCorina:
ResponderEliminarNada más triste que esperar lo imposible: nunca se va a dar.
Angustiosa sensación deja el poema, ya que su resolución no se vislumbra sin un cambio de actitud en quien dice esas palabras.
Cada amor es único, pero sería muchísima mala suerte haber perdido al que parecía ser perfecto.
Por otra parte, si se perdió es porque no era tan perfecto al final de todo; lo que es auspicioso, pues nos indica que hay otro mejor que él.
Hasta pronto, Corina.
Matarse es pecado mortal, recuerda.
ResponderEliminarEstás cada vez más apocalíptica, pero la tuya es una apocalipsis personal y desgarradora.
ResponderEliminarUf, me dolió...
Un beso, Cori.
HD