Giré en la esquina de La Merced y me encontré otra vez allí, en medio de mi pasado.
La calle todavía tenia mis pisadas y yo solo quería ir y poner mis pies encima de ellas como quien busca, desesperadamente, contactar la mano de quien extraña.
Entonces me vi, venir desde Corrientes, apurada, entrar al convento con la llave en la mano, escuchar el eco de cada uno de mis pasos retumbar en la galería y no saber, si esa mujer que veo es un fantasma de mi, o yo... soy el fantasma de ella... y ese que la espera al final del corredor, es su amor, o su muerte
sombras nada mas
ResponderEliminarNinguna eres tú.
ResponderEliminarTú estabas viendo fútbol.
Besos.
Cuerva...tiene razón Toro...
ResponderEliminarEs la dualidad del ser, todos tenemos episodios de esa confusión en donde la misma persona quiere ser y no ser, o cuando la bendición es el propio castigo.
ResponderEliminarTu sigue caminando... por algún sitio saldrá el sol.
Besitos mediterráneos.
Como en un sueño, revivimos situaciones que cambian constantemente, misterios que se resuelven en el final. Saludos.
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