Lejos de los campos de batalla, cerca
del fogón, desarmada, un coro de mareados
me recibe entre sus brazos
entonando el himno de los náufragos. Señoras
me recibe entre sus brazos
entonando el himno de los náufragos. Señoras
de grandes trastes sirven guisos
que devuelven el alma al caminante
Poesía de cornisa en las pupilas
y a brindar, con los pies en el agua y el corazón
en la otra orilla
Yo también tengo el corazón en la otra orilla.
ResponderEliminarQue casualidad.
Besos.
Aquí existen muchas señoras de esas que les dan de comer a los que van en el lomo de La Bestia para que aguanten llegar a la otra orilla.
ResponderEliminarHe de ver a esas señoras...
ResponderEliminarReconfortantes.
ResponderEliminarNada como un buen guiso para devolver el alma...
me encantó.
Besos mediterráneos.
Corina:
ResponderEliminarQue nadie diga que no existen los lugares mágicos, pues hoy nos has llevado a uno de ellos.
Un gran abrazo.