27.6.12

Que ganas tengo de hacer, de esta casa, un río
hundir las manos en mi pecho y disolverme
Hemos muerto antes de engendrarnos
se pudrió tu carne antes de sentirme



25.6.12

El olvidado

Me trajo un ramo de dientes de león* que sobrevivió hasta el primer viento; y agarró con ambas manos el ala de su sombrero, lo calzó en su cabeza y lo encajó hasta sus pies para desaparecer sin usar la puerta.

-El poeta no volverá como las oscuras golondrinas- murmuró mi abuela desde lejos creyendo que no la escuchaba.
-¿Qué importa? mi casa no tiene balcones- repliqué mientras barría hacia la calle, las cenizas que aquel hombre dejó  bajo el sombrero.



Jamás diré que lo espero.
Aquieté mi lengua hasta dormirla
y solo entonces abrí las ventanas para dejar pasar el viento.




*Dientes de león
Fotografía: La genia de Sally Mann, http://sallymann.com/