I –
Retiro huele a sahumerios y
frituras.
Huelo Retiro con la misma tristeza
que uso cuando recuerdo a un muerto.
¿En qué se transforma un sueño
cuando ya no se sueña?
Retiro es un paisaje onírico
enterrado, habitado por cientos de fantasmas de un solo deseo. Tiene las
paredes manchadas de sombras que abandoné como a un perro, y basta que ponga un
pie en Avenida Libertador para que las resentidas empiecen a
asediarme.
Todavía soy cobarde. No puedo
matarlas. Me escondo entre la arquitectura ferroviaria. Cruzo sus agujeros
negros que bien conozco. Antes estaban llenos de mundos posibles, de constelaciones
brillantes.
Antes de quedar a oscuras subo al
tren. Atravieso el interior de los vagones. Me alejo por las venas de ese
cuerpo duro de muerte, que hace una vida tenía la caricia dispuesta, el beso blando,
el deseo de dos bocas derretidas en un ángulo lleno de boletos tirados.