Lejos de los campos de batalla, cerca
del fogón, desarmada, un coro de mareados
me recibe entre sus brazos
entonando el himno de los náufragos. Señoras
me recibe entre sus brazos
entonando el himno de los náufragos. Señoras
de grandes trastes sirven guisos
que devuelven el alma al caminante
Poesía de cornisa en las pupilas
y a brindar, con los pies en el agua y el corazón
en la otra orilla