17.4.13

Un bucle


no se trata solo de manos, labios, lengua
no se trata de presión
de dientes de sabor
del cuerpo
se trata de
que enojado sabe a viento
marino, y me enamora
aun helado, aún filoso, tanto
como esos días en que mira el aire
y me pronuncia
y el silencio se arruga
vencido y desintegra
este otoño
se trata de
que a veces procura un rincón tranquilo,
un silencio quieto para él solo,
donde solo se lo puede
mirar desde lejos
y no se trata de desamores
o se trata de libertades
o del ruido que hace mientras busca
un próximo libro para leer
o prepara un té, o camina hasta la luna,
sumergido
apasionado
y es allí donde más
no se trata solo de manos, labios, lengua
no se trata de presión
de dientes de sabor
del cuerpo
se trata de
que enojado sabe a viento
marino, y me enamora


14.4.13

El ritual


Había visto muchas veces como lo hacía.
En la alacena estaba todo lo necesario. Los tecitos frutales eran su secreto. 
-¡Que hago mate de puto, me dicen los muchachos!- Para mí, los mates de mi abuelo, eran los mas ricos del mundo. 
Si mal no recuerdo, había que romper el saquito de te y volcar el contenido frutal en el fondo del mate. Una cucharadita de azúcar y completar con yerba hasta un poquito más de la mitad. Mezclar todo tapando la boca del mate con la palma de la mano, sacudiendo como coctelera, aunque no tanto... Ahora sí, el agua, en un rinconcito. Esperar que se hinche la yerba y clavar, finalmente, la bombilla. Dicen que la prueba del éxito es que quede espumoso... 
Podría repetir este ritual mil veces, hacerme experta matera y jamás quedarán con el mismo sabor que los suyos. 
Mi abuelo me contó un día, que hace muchos años, mientras vivían en la casona de Villa Devoto, se despertó de madrugada para ir al baño y vio a mi padre levantado. Mi padre adolescente, tomando mate sólo, en la mesa del patio. Se entusiasmó con la idea y olvido el baño para ir a unirse a la mateada, pero algo lo detuvo. Eran lasa 4 de la mañana. Allí estaba su hijo. Su hijo adolescente. Solo. Tomando mate... 
-A veces -me dijo- tomar mate sólo es un acto de inmensa introspección, un diálogo crucial entre el cuerpo y el alma. Es como cuando toco el bandoneón y nadie escucha... Ese mate quizás... era la oreja justa, o el puñal, asesinando al niño... Mi niño se hacía hombre.. Mejor vuelvo a la cama, pensé, de eso no lo puedo defender... 






Para Adolfo Iglesias, mi abuelo. Feliz cumple