estaban las ventanas pero no las cortinasno estaban los colores, ni los árbolesno estaban los rostrosestaban las sombras
Giré en la esquina de La Merced y me encontré otra vez allí, en medio de mi pasado.La calle todavía tenia mis pisadas y yo solo quería ir y poner mis pies encima de ellas como quien busca, desesperadamente, contactar la mano de quien extraña.Entonces me vi, venir desde Corrientes, apurada, entrar al convento con la llave en la mano, escuchar el eco de cada uno de mis pasos retumbar en la galería y no saber, si esa mujer que veo es un fantasma de mi, o yo... soy el fantasma de ella... y ese que la espera al final del corredor, es su amor, o su muerte
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