no quiero ser
abrazada por la hueca
carcasa de un buenhombre
con quien cerrar los ojos y soñar
que son tus manos
Mientras el fantasma
de Kafka me advierte
sobre el peligro del beso tácito
me niego
con quien cerrar los ojos y soñar
que son tus manos
Mientras el fantasma
de Kafka me advierte
sobre el peligro del beso tácito
me niego
a la suavidad del rose
de unos dedos que no saben de tu nombre
y me desintegro en letras
que dibujan
escenarios de mi alma rota
lenguas de sal arriban a las costas
molinos lejanos, plazas rotas
y un libro negro abierto
sobre una cama cerrada
un beso prometido
y un adiós
que me desangra