4.2.25

Volvió a subirse sobre mi espalda
la sensación incómoda de la niñez entre difuntos
la noche que padre tuvo los síntomas
recordé la voz de su mejor amigo, la cara 
el ruido fantasmal de una máquina de coser en desuso
en la cocina
el sol rebotó en el vidrio y encausó 
su rayo hasta las manos del viejo
era lo único claro que había en la casa.


3.2.25

Sobre las rosas té, fruncidas y moribundas
la luz traza tajos cada vez más largos.
Yo llevo frutillas ásperas en los bolsillos
las huelen todas las aves saben el dulzor y chillan

¿Qué mastican? Ella dice
algo. Arriba de la mesa
platos florecidos alguna vez
sirvieron.